Los
encuentros cercanos con OVNIS son el resultado de un complejo "proceso
psicológico" provocado por un “agente externo” no identificado en
comunicación/interacción con la psique de los testigos. El fruto de esta
conjunción es la “creación” de una experiencia "ficticia", mediante
una “proyección tridimensional”, para hacer creer a los desprevenidos observadores
que están presenciando el aterrizaje de una nave extraterrestre y en ocasiones,
a sus tripulantes. De hecho, los encuentros cercanos con OVNIs estarían más
próximos a ser una elaborada “arquitectura psíquica” (con partes físicas y
tangibles) que a una exploración espacial orquestada por seres biológicos
procedentes del espacio exterior. Muchos engranajes internos puestos en
funcionamiento para la “elaboración” de estas experiencias son similares a los
procesos "oníricos", por ello la mayoría de estos episodios contienen
una pátina de irrealidad más propio de los sueños que de un desembarco
alienígena. Por tanto, al tratarse de unas experiencias “artificiosas”, los
encuentros cercanos con OVNIs carecen por completo de cualquier tipo de significación
“científica” como se ha intentado establecer hasta la fecha, entendida esta
como que son provocadas por aeronaves espaciales “extraterrestres”. De la misma
forma carece de sentido intentar
elaborar cualquier tipo de estudio o análisis de la morfología o comportamiento
de los tripulantes de los OVNIs. Puesto que nada de lo observado durante estas
experiencias tiene una permanencia física en nuestro universo después de
concluir el “encuentro”. Ya que este tipo de experiencias son consecuencia de
un proceso “mental” creativo/artístico único, irrepetible e intransferible,
surgido de la “comunicación exclusiva” entre la psique del observador (de forma
inconsciente) y un agente externo desconocido, que es el encargado, en última
instancia, de plasmar en una proyección “holográfica tridimensional” el
resultado de esta “conjunción psíquica”, cuyo fruto es un supuesto aterrizaje OVNI. La mayoría de los elementos puestos en escena;
forma de la nave, apariencia, vestimenta o comportamiento de los humanoides, no
son más que el resultado obtenido por el “agente externo” de distorsionar
información encerrada en el inconsciente del testigo (cine, literatura,
hobbies, etc.). La interacción con esta proyección puede ser completa, ya que
el “agente externo” puede otorgar a todos o, a algunos de los elementos de la
escena, materialidad, como si el conjunto “escenográfico” tuviese una realidad
física y tangible. Esto puede provocar que en la zona del avistamiento se
encuentren huellas, quemaduras, destrozos, etc. Sin embargo esto es solo un
“efecto colateral” de conferir materia a la “proyección”, con unos resultados,
todo hay que decirlo, que también son previsibles desde la óptica del testigo.
Ya que todas las huellas y restos hallados tras un aterrizaje OVNI son
predecibles y aceptados por el imaginario humano como producto de una nave
espacial. De hecho, nunca se ha encontrado ningún tipo de rastro inusual o
realmente ajeno a los “viajes espaciales” humanos tras un encuentro cercano con
OVNIs.
Este
planteamiento nos ofrece un nuevo marco conceptual que puede explicar la
monumental y complicada estructura de la casuística ufológica, qué, hasta la
fecha, ha escapado, esquivado y eliminado cualquier tipo de escrutinio racional
a la que haya sido sometida para esclarecer su naturaleza u origen.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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