Pese a lo
que pueda pensar el lector profano a las temáticas ufológicas, la mayor parte
de la casuística OVNI está plagada de aeronaves que nada tienen que ver con los
famosos “platillos volantes”. Y es que en realidad, casi cualquier forma de
aparato volador, por muy absurdo que parezca, y por muy alejado que esté de una
línea aerodinámica, ha sido observado surcando nuestros cielos, demostrando que
el fenómeno de los No Identificados es mucho más complejo de lo que algunos
quisieran. Y al igual que ocurre con la tipología de los humanoides, casi
infinita e imposible de clasificar, los modelos de “platillo volador” son tan
numerosos y diferentes, que es muy improbable que nuestros hipotéticos
visitantes extraterrestres puedan tener tal variedad de aeronaves en sus
hangares o que estemos siendo visitados, como si nuestro planeta fuera un
zoológico espacial, por infinidad de seres alienígenas…
Estas
anomalías son sin duda delatadoras de la existencia de un paradigma desconocido
relacionado con nuestra psique que, aunque esta provocado y dirigido por un
agente externo a nuestra mente, este capaz de catalizar y transformar nuestros
pensamientos en una distorsionada “puesta en escena” de visitación alienígena.
Por tanto es “lógico” que la literatura OVNI sea tan amplia y divergente como
amplios y heterogéneos son los testigos que presencian y protagonizan este
fenómeno, mutable en base a nuestra riqueza intelectual. Así que más allá de la
simpleza de la hipótesis extraterrestre (HET), en los encuentros cercanos con
OVNIs subyace un desconcertante fenómeno psíquico, de comunicación y trasvase
de información, entre el inconsciente privativo de los observadores y la “mente
creadora” de un agente externo no identificado, que es capaz de plasmar en una
proyección “holográfica” una realidad aparente, pero tan efímera y ficticia,
como las apariciones de difuntos, de la Virgen María o del abominable Hombre de
las Nieves. Y, sólo en contadas ocasiones, por motivos o conjunciones de
elementos y factores que ni siquiera podemos aventurar, este tipo de vivencias
adquiere una momentánea corporeidad para dar la apariencia de lo que no es y
nunca será… una “realidad” como nosotros la entendemos. Por lo tanto, nada de
lo percibido durante este tipo de experiencias tiene una continuidad física en
nuestro universo… de la misma forma que los protagonistas de una película no
continúan la trama después de que haya acabado de proyectarse el film…
Definitivamente
la Hipótesis Extraterrestre ha naufragado…
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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